Estar trabajando en Gándara para mí es como la realización de un sueño cumplido. Hace ya unos 15 años, cuando comencé a estudiar temas relacionados con la educación, una idea, por entonces, más bien una ensoñación, empezaba a rondar por mi cabeza: “Me gustaría montar una escuela, pero una escuela diferente, un lugar de convivencia donde la base sea el respeto y el amor hacia los niños y niñas, donde la libertad esté por encima de la represión, un lugar de transformación, un lugar en la naturaleza…” Y hoy felizmente aquí estoy, aprendiendo y disfrutando cada día con la cálida compañía de esos maestros que son los niños y de todo el fabuloso equipo de trabajo del que estoy rodeado. Para mí formar parte de Gándara significa crecimiento personal, aprendizaje constante e intenso disfrute, por lo tanto me hace sentirme afortunado y profundamente agradecido.
Me siento enormemente afortunada de formar parte de Gándara, de poder trabajar con un equipo que lucha unido por esta ilusión con esfuerzo, cariño, tenacidad, y sobretodo, respeto. Afortunada y plena por poder compartir día a día la convivencia con los niños y niñas, y comprobar que ofreciéndoles un espacio donde son respetados y tratados con amor, vienen con alegría, energía y motivación a la escuela, esa misma energía que llega a mi, que invade mi ilusión y mi confianza en el proyecto. Para mí Gándara, ha sido y es una oportunidad de detener el tiempo, pararme a observar, reflexionar sobre lo que realmente necesitan y pensar en cuál es la mejor forma de acompañarles sin alterar sus procesos más auténticos y reales.
Para mí Gándara es la oportunidad de aportar a la sociedad y a nuestros hijos un modelo de escuela diferente, basada en unos principios que considero fundamentales para el desarrollo de las comunidades humanas y de sus individuos, tales como el respeto por las necesidades personales, la comunicación no violenta, el ser desde la propia motivación interna, el pensamiento crítico y la autonomía personal. Es la materialización de un sueño hecho realidad, que no solo se ha cumplido sino que ha superado mis mejores expectativas.
Para mí Gándara es un conjunto de sensaciones y emociones que me hacen sentir por un lado enormemente feliz de ser partícipe de ésta pequeña gran familia y por otro agradecida por el aprendizaje diario de cada uno de los valores que aquí se respiran; solidaridad, libertad, integridad, creatividad... Por todo ésto Gándara para mí es mucho más que un trabajo, es como mi segundo hogar.
Gándara para mi significa respeto y crecimiento, para los niñxs, acompañantes y familias. Es un lugar donde explorar libremente el mundo desde la magia y el asombro.
Encontrarme con Gándara fue como recibir una invitación a compartir una experiencia de acompañamiento, de escucha, de observación; una puerta abierta a desaprender lo aprendido y una oportunidad de reconstruir sobre unos cimientos estables un nuevo modelo de vida donde la libertad colectiva se iza como bandera.
Gándara es aire fresco, afecto, vivencias.
Gándara es abrir la ventana, cerrar los ojos e inspirar hondo.
Gándara supone un cambio de prisma a través del cual una persona puede desarrollarse en su plenitud emocional y en harmonía afectiva.
Lo que me trajo a Gándara fue la búsqueda de una educación justa y respetuosa en la que participar con naturalidad; una escuela donde no se estigmatice a nadie por la diversidad de sus habilidades o características, donde se fomente la creatividad por encima de la memorización de datos totalmente inconexos con la realidad que viven los niños y las niñas.
El aprendizaje no solo se obtiene de los libros si no mucho más de las vivencias y las emociones que otros te ayudan a alcanzar.
Cuando me llegó la oportunidad de trabajar aquí no me lo pensé, no había que hacerlo. Sabía que iba a ser difícil, agotador, exigente, sabía que merecería la pena. No me equivocaba. La naturaleza siempre tiene razón.